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Antes de Empezar

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Antes de emprender un programa de entrenamiento, es buena idea acudir al médico de cabecera para hacerse un chequeo. Este tipo de reconocimientos de personas sanas incluye un estudio del funcionamiento de corazón y pulmones. El médico toma la tensión arterial, que en caso de individuos jóvenes y sanos, será de 120 mm de mercurio (HG) para la presión sistólica y de 80 mm para la presión diastólica. (La presión sistólica mide la fuerza con que los ventrículos bombean la sangre y la diastólica mide los descansos intermedios). Con la edad, los valores de la tensión aumentan, por lo que no es alarmante que sean algo superiores, siempre que el médico se muestre conforme. Durante el entrenamiento, el sistema cardiaco trabaja con mayor intensidad y la tensión arterial es un buen indicativo del estado en que se encuentra.
Es también buena idea que el médíco realice una prueba de eficíencia de los pulmones, dado que el consumo de oxígeno será considerable durante el entrenamiento. Es probable que el médico evalúe la tasa de flujo de espíración máximo ( PEFR). El paciente respíra lo más profundamente que puede, soplando en la boquilla de un monitor de flujo de espiración máximo (PFE), tres veces seguidas. El médico registra la tasa de flujo máximo. También puede medirse la cantidad de oxígeno que consumen los milsculos durante el ejercicio, pero quizá el médico de cabecera no realice esta prueba, ya que no figura en un examen rutinario. El consumo máximo de oxígeno se denomína V02 máx. Para hombres, es normalmente de unos tres lítros por minuto y de dos litros para mujeres. Los factores hereditarios determinan hasta cierto punto la capacidad pulmonar, pero ésta se puede incrementar considerablemente con el entrenamiento. Hay que asegurarse de que el estilo de vida se adapte al nuevo programa de entrenamiento. El tabaco impide que la capacidad pulmonar trabaje eficientemente durante el entrenamiento y por tanto se debe dejar de fumar o reducir el consumo de tabaco. El alcohol se limítary a unas 20 unidades semanales. El buen estado del corazón y de los pulmones serán fundamentales en el programa de natación.
En general, lo que debe primar es el sentido común. Si no se tiene sobrepeso y se tienen menos de 50 años, se puede incrementar gradualmente el programa de entrenamiento. Si se tíenen más de 50 años, habrá que avanzar extremando las precauciones, evitando excederse en las primeras etapas. En caso de duda se debe siempre consultar con el médico. Lo más importante que hay que tener en cuenta es que, cualesquiera que sean el sexo, raza, edad y estado de salud de la persona, se puede practicar la natación como actividad para la forma física. Nadar está al alcance de cualquiera. Se puede empezar en cualquier momento y practicar con poco coste sin hacer el ridículo. Así es que ¡adelante!

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