Ambos tipos de nutrientes se aportan de manera adecuada si se realiza una dieta equilibrada desde los puntos de vista cuantitativo y cualitativo, por lo que el aporte suplementario no es necesario. No obstante, en el ámbito deportivo, al igual que ocurre para la población general, el aporte de Fe, Ca, Mg, Zn y vit B puede ser insuficiente, como se acaba de referir. Por esta razón es frecuente que se recomiende suplementación en forma de complejos multivitamínicos/mineral en deportistas de élite, como exponen Burke y Read (1993), Economos y cols (1993), González y Villa (1998), Williams (1995; 1998) o Wolinsky e Hickson (1994), entre otros. En cualquier caso, la ingesta indiscriminada de compuestos ricos en minerales y vitaminas nunca ocasionará un aumento del rendimiento deportivo si no existe un estado deficitario grave previamente, pudiendo presentar por el contrario efectos negativos relacionados fundamentalmente con el desequilibrio electrolítico que producen.
En lo referente a los minerales, como indica Odriozola (1988), recogido por nosotros (ob.cit. 245), la pérdida de sales por sudor es, en términos relativos, menos importante que la de agua. De hecho, el sudor es hipotónico respecto al plasma sanguíneo. No obstante, la concentración de potasio y magnesio en sudor es similar a la del plasma, con lo que también en términos relativos las pérdidas de estos dos iones son mayores que las de otros. De hecho un déficit de sodio, cloro o calcio por pérdidas en sudor son difíciles de encontrar. El tipo de dieta, con su contenido en sales, y el ambiente externo son los dos factores que más influyen en la pérdida de sales. La duración del esfuerzo también condiciona esta pérdida. A partir de la primera media hora de actividad física hay un aumento de pérdida de cloro y sodio que llega a ser un 50% mayor respecto a la pérdida que existía al inicio de la actividad. Con posterioridad esta pérdida disminuye progresivamente. Por el contrario, las pérdidas de potasio, magnesio y calcio aumentan paulatinamente con la cantidad de ejercicio realizado. Ni siquiera con actividades de larga duración, en clima caluroso o con bastante humedad, o en altitud, será necesario ingerir sal (sobre todo en forma de tabletas) (Bucci, 1994). Al contrario, la ingesta de sal durante la actividad física puede alterar negativamente el equilibrio osmótico de los líquidos corporales y el grado de hidratación celular. Además, los sujetos entrenados tienden a tener un sudor más hipotónico, lo que todavía hace menos necesario la ingesta de sales.
Veamos algunas características de los minerales potencialmente deficitarios, ampliando el contenido expuesto en el capítulo 7.
El hierro siendo el mineral más deficitario en la dieta de la población en general, aparece también en primer lugar en la alimentación deportiva y siempre con más asiduidad en la mujer que en el hombre. Este déficit, concretándose en anemia ferropénica, se convierte en un factor limitante del rendimiento (Hinton y cols, 2000). No obstante, hay que diferenciar lo que es una verdadera anemia de la pseudoanemia que presentan algunos deportistas (Newhouse y Clement, 1988). Esta última se produce por un aumento transitorio de volumen plasmático ligado a la propia actividad física, principalmente en deportistas de endurance y mujeres. El deportista al aumentar la cantidad de sangre circulante origina una hemodilución de los componentes plasmáticos, entre los que se encuentran los glóbulos rojos y la hemoglobina. Estos valores pueden ser bajos en un deportista y no tienen por qué significar anemia. En estos casos es necesario realizar análisis de otros compuestos del metabolismo del hierro, como son la transferrina y la ferritina sérica. Si estas sustancias también dieran valores bajos sí que nos encontraríamos ante un verdadero cuadro de anemia. Entre los factores que contribuyen a la aparición de esta anemia, en la persona físicamente activa, están una alimentación insuficiente en Fe, el aumento de la destrucción de glóbulos rojos (ligado a la gran cantidad de microtraumatismos que ocasiona el ejercicio físico), el aumento de las pérdidas de hierro por sudor (0,3 mg), orina y heces (hasta 2 mg), o los mayores requerimientos por parte de diversas proteínas (enzimas, hemoglobina y mioglobina) con gran funcionalidad durante la realización de esfuerzo físico (Delgado y cols, 1997).
El calcio es el segundo mineral más deficitario en la dieta deportiva, siendo más frecuente dicho fenómeno en mujeres que en hombres, hasta tal punto de estar suficientemente descrito las relaciones existentes entre amenorrea, baja densidad mineral ósea y incremento del riesgo por facturas de estrés en deportistas femeninas (Beshgetoor y cols, 2000; Higher, 1989). Por esta razón, la ingesta para la mujer es superior a la del hombre (
Respecto a las vitaminas, la influencia en el rendimiento físico-deportivo se centra en las de tipo hidrosolubles, tal y como se puede expuso en el capítulo precedente y se puede apreciar en
Tabla III. Vitaminas y sus funciones en el metabolismo del ejercicio.
VITAMINAS | INGESTA DIARIA RECOMENDADAa | PRINCIPALES FUNCIONES FISIOLÓGICAS EN EL EJERCICIO |
Vit A (retinol) Vit B1 (tiamina) Vit B2 (riboflavina) Vit B3 (niacina) Vit B6 (piridoxina) Folato Acido pantoténico Biotina Vit B12 (cianocobalamina) Vit C (ácido ascórbico) Vit D Vit E (alfa-tocoferol) Vit K | 750ng/día 0.1 mg/MJ energía diaria 0,15 mg/MJ energía diaria 1,8 mg/MJ energía diaria 0,02 mg/g proteína dietética 200 ng/día No RDA No RDA 2.0 ng/día 30 mg/día mujeres 40 mg/día hombres No RDA 7 mg/día mujeres 10 mg/día hombres No RDA | Metabolismo carbohidratos (TPP) Transporte de electrones (FAD) Síntesis de ATP (NAD) Síntesis de lípidos (NADP) Síntesis de amino-ácidos y glucógeno Síntesis de glóbulos rojos Oxidación de ácidos grasos/piruvato (COA) Síntesis de ácidos grasos (carboxilasas) y glucógeno Síntesis de glóbulos rojos Síntesis de colágeno Antioxidante Metabolismo del calcio Antioxidante |
a. Adaptado de National Health and Medical Research Council (1991) Abreviaturas: RDA = ingesta dietética recomendada; ng = nanogramos |
Tomado de Burke, L.M., Read, R.S.D. 1993. Dietary supplements in sport. Sports Medicine, 15-1; 43-65. Pg 55.
En general no se ha evidenciado que la administración de suplementos de vitaminas conlleven a modificaciones en el estado bioquímico del deportista y, por tanto, o bien a un incremento del rendimiento (Read y Burke , 1993; Williams, 1995, 1998) o bien a una mejor recuperación post-esfuerzo (función analéptica), salvo excepciones como las verificadas para la riboflavina en mujeres jovenes (Belko y cols, 1983). Sin embargo, sí es cierto que la carencia de alguna de ellas origina disminución del rendimiento físico-deportivo, dada las funciones previamente expuestas, como son el caso de las vitaminas B1 y C, y en menor medida por la de riboflavina, nicotinamida, B6 y B12.
Para terminar este apartado, se debe recordar, que tanto minerales como vitaminas, presentan problemas ligados a su absorción, principalmente en lo que respecta al Fe y Ca, lo cual debe ser tenidos en cuenta al considerar el aporte de los mismos. Póngase por caso como los fitatos afectan a los dos, o los oxalatos y un exceso de grasa en la dieta repercuten en la asimilación del segundo. En sentido contrario,
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